En la industria de los
videojuegos son muchas (aunque cada vez menos) las empresas desarrolladoras que han nutrido a la misma de grandes juegos que
se quedan grabados en nuestros corazones para el resto de nuestra vida. Juegos
con los que guardar anécdotas que en un futuro contaremos a nuestros nietos
cual veterano de guerra cuenta sus batallitas y sus aventuras varias, en
definitiva, juegos que brillan con luz propia.
Dentro de este marco y en el año
1995, se fundó una de las empresas más prósperas de la industria: Bioware, que acabaría trayendo a
nuestros mundos digitales las sagas de Rol occidental más brillantes de
nuestros tiempos. Títulos entre los que destacan los grandísimos Baldur´s Gate, NeverWinter Night, Jade
Empire, KOTOR, o el que nos
ocupa en este artículo: la inmensa Ópera Espacial Mass Effect.
En el año 2007, y con lo nueva
máquina de Microsoft, la 360, en pleno auge, nace una de las ideas más
impresionantes de la corta vida de los videojuegos. En Bioware, que ya venía de
vuelta en el mundo de las aventuras espaciales con Caballeros de la Antigua
República, pensaron que habían adquirido la suficiente experiencia en dichos
mundos como para crear algo propio, algo que se desmarcara de una franquicia
tan poderosa como Stars Wars, pero que además pudiera incluso competir contra
ella a nivel narrativo. Esto, qué duda cabe, es muy fácil decirlo, pero
conseguirlo, queridos polluo´s gamers, era una empresa casi imposible.
En este marco, nace la saga Mass Effect, una auténtica Ópera
Espacial al nivel de Star Wars o, incluso, y siempre desde un punto de vista
personal, superándola. En ella encarnaremos al inolvidable comandante Shepard y
viajaremos a lo largo de la galaxia para forjar nuevas alianzas con el amplio abanico
de razas que la pueblan y, así, poder combatir a una antigua amenaza galáctica
que vuelve para aniquilar todo a su paso.
Para poder seguir con mi artículo,
creo necesario realizar una pequeña sinopsis de la saga para podernos ubicar en
su contexto. Como muchos sabréis, el juego está ambientado en un futuro lejano.
En el año 2183 los viajes intergalácticos se realizan con la misma facilidad
con la que hoy nos desplazamos en avión o en coche, pero esto –obviamente- tiene
su porqué. Treinta y cinco años antes, la humanidad, en una de sus incursiones
por el espacio de nuestra vía láctea, descubrió un artefacto, de origen
desconocido. Más tarde y previo estudio, se descubrió que su origen era
alienígena, perteneciente a una raza ya desaparecida: Los Proteanos. Con dicha
tecnología, la mente humana se expandió hacia nuevos horizontes. Ya no éramos
los únicos en el universo (yo pienso que no lo somos, es muy arrogante pensar
que estamos solos) y la religión y la política tal y como la conocíamos hasta
ese momento, quedaba total y absolutamente extinta. Con todo esto, se llegó al
descubrimiento más importante de nuestra historia: dicho artefacto, no era más
que un conducto para viajar entre las distintas galaxias del universo, y
gracias a los
Relés de Masa, que así fueron llamados, pudimos establecer
contacto con las distintas razas del universo. En este contexto, nace nuestro
personaje jugable, el mítico comandante John Shepard.
Sobre Mass Effect, podemos decir
que se trata de un juego de rol de mundo abierto al más puro estilo Bioware,
con un punto muy fuerte de aventura gráfica conversacional. Y es aquí donde
radica una de sus mayores grandezas tanto a nivel jugable como narrativo. A lo
largo de nuestra aventura, iremos desarrollando a nuestro Comandante, y lo
haremos a nuestro gusto, tanto a nivel de Build como a nivel Psicológico.
Cuando digo que para mí el Comandante Shepard, es uno de los personajes más
brillantes de los videojuegos, no lo digo porque entre dentro del marco estereotipado
de lo que un personaje tiene que ser para ser brillante, sino porque somos nosotros,
a lo largo de nuestra aventura, los que forjamos dicha brillantez. Es con
nuestras decisiones como definimos a nuestro personaje, el cómo nos comportemos
ante un mundo hostil depende sólo de nosotros, y es esto mismo lo que hace
grande a la Ópera Espacial de Bioware.
A lo largo de la historia, iremos
conociendo personajes inolvidables con los que nos será casi imposible no
empatizar. Quien haya jugado a la saga completa, jamás podrá olvidar personajes
tan redondos como Garrus Vakarian, Udno Wrex, Tali Zorah o el magnífico Drell,
Thane Krios. Todos y cada uno de ellos pertenecen a razas distintas, con sus
rasgos, su Psique, su Historia tanto ancestral como actual, y todos se mueven
por un motivo propio, aunque al final todos compartan un objetivo principal:
acabar con los Segadores. En este punto no quiero continuar por no Spoilear a
los que no hayan disfrutado de esta saga (lo cual me parece imperdonable) pero
solo decir que se tratan de una Raza más antigua que los mismísimos Proteanos…,
y vienen a aniquilarnos.
En cuanto a la jugabilidad,
tenemos por una parte la ya comentada aventura gráfica conversacional en la
que, a modo de diálogos predefinidos, iremos seleccionando una serie de
respuestas según nos convenga. Destaca en este punto la toma de decisiones que
marcan el hilo argumental. Estas decisiones se diferencian de las respuestas
normales, en el color de las mismas, siendo las rojas las decisiones más
“Heavys” y las azules las más bondadosas, aunque esto no queda del todo claro,
y es por esto que nunca sabemos si la decisión que hemos tomado es o no la correcta.
Con todo, es mucho mejor pensar qué harías tú en una situación así y actuar
consecuentemente.
Por otra parte está el componente
shooter y el de desarrollo de la Build. Primero destacar que manejaremos en
todo momento al Comandante Shepard, pero además tendremos dos acompañante que
elegiremos desde los paneles de la Normandía, nave en la que realizaremos
nuestros viajes por la galaxia, y a los que podremos dar órdenes pausando la
acción. Tendremos la opción tanto de atacar directamente o de realizar nuestras
propias tácticas haciendo uso de los poderes que iremos mejorando. Y es aquí
donde entra el desarrollo de la build, que tiene una gran importancia en el
juego original y que, por la maldita casualización
fue minimizado en los dos juegos posteriores.
Con todo esto sólo nos queda,
ponernos a los mandos de la Normandía, desplegar nuestro mapa yviajar por los
distintos relés de masa para, o bien adquirir recursos y realizar misiones
secundarias alos mandos del Mako (vehículo que eliminaron en los dos juegos
posteriores y que tampoco gustó nada a los fans) o bien realizar las misiones
principales hasta llegar al gran final del juego, que, por cierto, me parece
uno de los más épicos de la historia de los videojuegos (obviamente, hablo del
Mass Effect Original).
Una vez jugado al primero de la
saga, toca continuar nuestro periplo espacial con Mass Effect 2, y para ello
nos embarcaremos de nuevo en una Normandía SR2 totalmente renovada, y
lucharemos contra una nueva amenaza: los recolectores. Mass Effect 2, sirve de
nexo entre el primero y el último de la saga, y lo hace de forma brillante a
nivel narrativo y no tanto a nivel Jugable, donde ya se aprecia la mano de EA
en lo que a casualización se refiere (maldita EA, eres mala mala mala...). El
desarrollo del personaje ya no es tan importante como lo fue en el ME original,
aunque sí se incrementa la importancia de nuestras decisiones, tanto que
nuestro final depende casi al 100% de las mismas. Cuidado con cómo actuamos, mejor
ayudemos a todos nuestros compañeros de la Normandía SR2 y cuidemos nuestra
nave si no queremos llevarnos una sorpresa desagradable al final.
Y con todo esto, llegamos al
final de la saga del Comandante Shepard y su lucha contra los Segadores, dando
paso al juego más controvertido, más criticado y menos rolero de la trilogía.
Mass Effect 3 no concluye como debiera
la saga y elimina cualquier rasgo RPG que
antaño hubiera parecido importante. Incluso podemos decir que hasta nuestras
decisiones casi no tienen ya peso, porque al final todo llega a un mismo punto,
dándonos la sensación de que hemos estado engañados y que todo lo que hemos sufrido
con nuestras decisiones ha sido en vano. Los personajes también han sido
casualizados, y los que en su momento fueron brillantes, en este último no
tienen el mismo peso. Si queréis un ejemplo de lo que es casualizar una saga,
no se me ocurre nada más acusado que ME3.
No obstante, si bien como juego
individual dentro del prisma de la saga, no es todo lo bueno que cabría
esperar, si observamos la trilogía como un conjunto, estamos ante una de las
sagas más hermosas, más perfectas a nivel narrativo y más divertidas de nuestra
querida industria.
En conclusión y esto, que quede
claro, es bajo mi punto de vista, la saga Mass Effect es una de las más grandes
que ha parido la industria, con dos momentos cruciales que la han marcado en su
corta vida, Bioware como empresa independiente y Bioware como empresa afiliada
a EA.
En un futuro se lanzará el
esperado Mass Effect Andromeda, y mi
deseo personal es que Bioware trabaje sin presiones, sin ser obligada a
casualizar a su niño espacial, y vuelva por los derroteros que hizo grande a la
saga con su juego original. Por mi parte, siempre será mi segunda saga
favorita, y siempre recordaré a John Shepard, Garrus Vakarian y Tali Zorah
cruzando el conducto a la ciudadela. Un saludo Polluos!
Texto: Frakoni
Fotografías y vídeos propiedad de sus respectivos autores.
Fotografías y vídeos propiedad de sus respectivos autores.
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